martes, 2 de agosto de 2011

Loss Recovery : Recuperarse de la Pérdida

No nos gusta perder nada, a nadie le gusta. Y en principio, hasta que me conecto y entiendo un poco más lo que me pasa, a mi tampoco me gusta perder.

No queremos perder ni siquiera aquellas cosas que nos haría muy bien perder: un poco de ego, algunos kilos, vicios nocivos, objetos sin uso, prejuicios y verguenzas que nos atan, relaciones con personas que no nos quieren, o son lisa y llanamente patológicas y nocivas.


La pérdida es vivida en un inicio, como "pura pérdida". Cuesta tener una comprensión mas amplia de la vida y del mundo, y sin ponernos taoistas, transitar...

Aceptando que se gana y se pierde todo el tiempo. Descubrir que "toda ganancia trae pérdida, y toda pérdida, ganancia". Entonces, la pura pérdida no existe, y la pura ganancia... tampoco.


Escribo este artículo pensando en un relato de consultorio. Un Analizante se queja de un problema estomacal crónico, que limita lo que puede comer. Tiene autos importados, propiedades aquì y en el extranjero, negocios millonarios, incluso un avión privado. Su hobby es cocinar, y es un verdadero gourmet.

Y de pronto alguien que parece que lo tiene todo ( es lo que lo que los demás creen, y a él le gusta jugar a que así es, aunque después sufre los efectos de la envidia ajena por lo que ha logrado), sufre por verse limitado en lo que podrá o no comer. La vida ya no será la misma. Su placer mas importante le ha sido quitado injustamente , por un destino trágico griego, como si los dioses del Olimpo se hubieran ensañado con él, y lisa y llanamente, le hubieran arruinado su existencia.


Yo sé que cada padecer que tenemos, duele íntimamente, cada persona tiene su tolerancia al dolor , a las pérdidas, y de poco sirve, humana o clínicamente, consolar al que sufre, dándole palmaditas en la espalda, o resaltar todo lo que sí tiene y puede en el mundo.


Ante esto, a veces no tengo nada que decir, solo puedo escuchar, y "acompañar en el sentimiento" a ese semejante que sufre lo que ha perdido.

Y mientras lo escucho quejarse, hago un rápido inventario de mis pérdidas: perdí mujeres muy amadas que me dejaron ( o yo las dejé, me arrepentí y ya era tarde); perdí familiares cercanos y amigos muy queridos, incluso perdí alumnos entrañables que vi partir.

Algunos están perdidos momentáneamente, son ubicables por un llamado telefónico, un viaje, una carta.

Pero otros están perdidos para siempre, se han ido, hacia ese otro mundo, ese mas allá o esa Nada que es la muerte, de la que no podemos dar cuenta, ni saber qué es, donde es, cómo es, ni "que nos cabe esperar" cuando nos llegue, como diría Kant.


He perdido muchas cosas, materiales y simbólicas: representaciones oficiales de instituciones prestigiosas, perdí dinero invertido erróneamente en negocios que salieron mal, perdí oportunidades de crecer y avanzar profesionalmente.


He perdido momentos cruciales, instantes fundamentales de mi vida, aunque sean casi intangibles: por neurosis, verguenza, miedo, o cortedad de mi subjetividad, me he privado de intentar dar un beso, de decir lo que siento, de escribir un poema, de reír sin preocuparme, de acercarme a quien me gusta, de disfrutar la alegría de un día o de un momento especial.

Recupero mi centro y vuelvo a escuchar al Analizante. Yo sé que todo objeto , por definición, está perdido, ya que hablar nos hace pagar ese precio. Los seres parlantes alejamos con el lenguaje, la proximidad de " La cosa en sí".

El objeto (perdido) es un capítulo fundamental del psicoanálisis, y todo análisis rodea y pasa muchas veces por objetos o momentos perdidos, que deben ser recorridos, aceptados y elaborados, para poder situarnos en una posición subjetiva nueva, que nos permita lanzar el proceso de vivir una vez más.

En el Arte Marcial de Centro ( Wing Chung) , también se gira entorno a una pérdida contínua. Se pierde la posición, el espacio, el tiempo o la energía. La Línea Central se gana sólo para perderla otra vez, en el giro siguiente.

Yo no doy consejos, invito a reflexionar, y pienso mientras escribo con el lector/a que imagino como un interlocutor. Nos acompañamos.

Primera cosa ante la pérdida: acompañarse, hacerse acompañar. Eso no soluciona el dolor, pero lo mitiga. Doblemente doloroso es sufrir sintiéndonos solos. Se sufre menos, o se lleva mejor, si estamos acompañados de alguien significativo.

Segundo: aceptar lo perdido. Todo cambia y se transforma, y no se puede pasar a algo nuevo, no se puede emprender nuevamente el intento de salir a ganar , si no se acepta lo que ya no es, lo que no está, o quien nos ha dejado o partido.

Tercero y último ( al menos a los fines de éste texto): Es importante "Aprender" de aquello que se perdió.

Para abrir una posibilidad de Cambiar, en contraposición al mero Repetir

Si es un ser querido perdido, si se murió, o se enojó, nos separamos o divorciamos, el duelo nos debe permitir sopesar lo que ya no tenemos, y qué hicimos y no hicimos. Para recuperar en la memoria , lo bueno y lo malo, condición necesaria para lanzarnos a nuevas relaciones futuras.

Si son objetos o bienes perdidos, el duelo y el dolor de lo perdido, nos puede ayudar a entender nuestra parte, que hicimos bien y no salió, o que hicimos mal, y corregirlo, para animarnos a negocios y conquistas futuras.

Einstein decía que "nada se pierde, todo se transforma"

Yo creo que sí se pierde, pero la inteligencia, la creatividad, la reparación, la sanación, nos pueden permitir transformar lo perdido, en algo nuevo por ganar, por adquirir, por conocer, en el presente, y en el próximo futuro.

A D. Snaidman

Leandro , Agosto 2011