Recientemente, el mundo local del wing chun se vió sacudido por una noticia que circuló por Internet. Un conocido profesor de nuestro medio, se despidió de su sistema wing chun, por hallar fallas serias en su funcionamiento práctico. Su solución: volcarse de lleno a otro entrenamiento marcial, más empírico, más efectivo en combate real. Criticó a los practicantes de wing chun , en su sobreestimación del chi sao (ejercicios de sensibilidad y percepción), y en su falta de experiencia combativa. Y señaló con ejemplos en video, que aquellos practicantes de Wing Chun que sí pelean (porque… que los hay, los hay), deforman o modifican sus técnicas (posiciones corporales, desplazamientos, técnicas) al punto de contradecir la misma teoría y práctica que ejercitan día tras día, al enfrentar a un buen boxeador, kickboxer, o grappler (yo también incluiría a los fuertes practicantes tradicionales: yudoka, karateka , sipalkista, taekwondista, etc.)
Coincido en muchas cosas con este profesor, y creo que tiene una gran dosis de coraje, para salir de la comodidad de su status de representante, y buscar su verdad, criticando los dogmatismos y paradigmas del planeta wing chun. Encontró allá afuera, otros sistemas y entrenamientos que ponían en jaque lo aprendido y sostenido por él hasta entonces. La cuestión para mí, en cambio, es preguntarme si las otras artes de combate, invalidan completamente al sistema, o si lo mejoran. Creo que lo someten a transformación y adaptación a las nuevas realidades del combate contemporáneo. El baile cambió, la literatura y la música cambiaron, y el combate también, evolucionó, está cambiando ahora mismo. Como yo trabajo con “sistemas para el desarrollo subjetivo” (SDS), tengo la libertad de cambiar mis sistemas parcial o totalmente al servicio del sujeto que viene buscando algo a mi escuela. Creo que lo importante es poner en el tapete que las MMA (artes marciales mixtas) y los Deportes de combate muestran la supremacía del sujeto y ciertos grupos de entrenamiento (las modernas escuderías profesionales de luchadores), por sobre los sistemas técnicos puros. Finalmente, hemos llegado a la era donde el sujeto y su grupo son más importantes que su método elegido, aparecen las personalidades, siendo el estilo singular, lo que hace al luchador interesante y eficiente, y no la pertenencia a un sistema único, o bien a una combo fija, ganadora.
“Absorbe lo que es útil, rechaza lo que no, agrega aquello que es específicamente tuyo”, dijo Bruce Lee. Yo seguí esta línea de pensamiento, y me encontré con que el sistema Wing Chun(g) aún tiene potencias, conceptos y métodos importantes, se mezcla muy bien con los otros, y puede aportarles ejercicios para simplificar, economizar y hacer mas eficientes (SEE) las maniobras de cualquier sistema marcial o de combate , tradicional o moderno. El “Campo Central” funciona como una brújula invalorable para cualquier practicante, sobretodo, cuando la tormenta de los golpes lo desorientan (los del combate real o los de la vida)
En mi caso, resolví trabajar sobre las fallas del sistema clásico, (o mejor dicho, su inadecuación para dar respuesta a movimientos de sistemas mas “modernos”), sin tener que abandonarlo, en el encuentro con exponentes de los sistemas practicados por los que más pelean (box, kick-thai, grappling, kali-armas), y así intento aprender de ellos. Sin embargo, como resultado del cruce, no sólo aprendo lo que no sé o lo que hago mal, sino que sin querer, también mejoró mi Wing Chung, mis formas, mi chi sao, mi muñeco de madera, y mis armas.
Descubro, en competencias de EEUU y Japón, un resurgimiento de técnicas tradicionales (por ej. golpes con canto de la mano, patadas voladoras, etc.) en los luchadores modernos que pasaron por el judo, o el karate, por ejemplo, antes de ingresar en el grappling, el pro wrestling o en el kickboxing profesional.
El sistema wing chun clásico, en comparación, carece del énfasis en el entrenamiento de impacto, el combate libre, y la preparación física y psicológica para pelear deportivamente. El deporte exige una preparación física y de impacto que muchas veces es decisiva en el resultado del encuentro, más que la técnica empleada. La finalidad del sistema wing chun se desplazó, con el tiempo, de la eficiencia en combate, al desarrollo personal: la búsqueda de nuestra simplicidad esencial, de la verdad en nuestro centro. Y las formas y el chi sao, el muñeco y las armas clásicas, siguen siendo instrumentos válidos en el arte de combatir, sobretodo en la calle, más que en un ring, con palabras, gestos, los zapatos puestos y las manos desnudas.
Por eso, para ir concluyendo, utilizo las matemáticas para no perderme en los laberintos de mi ego. Sumar, restar, multiplicar o dividir, son decisiones cruciales en el arte marcial. Se prueba, se siente, se piensa, y otra vez a empezar.
Sos vos, según tu personalidad, el que tiene que elegir las operaciones matemáticas que mas te convienen para tu camino subjetivo.
LC