La última vez hablé sobre la tríada ”salud, dinero y amor”, y escribí sobre el poder marcial y el dinero, sobre la dificultad de lidiar con esa forma material de poder, diferente al poder físico y mental que desarrollamos en las artes marciales.
Pero también dije que era lo más fácil.
Más difícil aún es contactar con los verdaderos sentimientos, los mas humanos e íntimos.
Los guerreros en todas sus formas, a lo largo de la historia, batallan gracias a un enorme control de sus emociones en situaciones de conflicto.
El control del miedo, el dolor y la furia, los ayuda a realizar su jornada, pero les enseña también a endurecerse ante sus propias emociones.
No todos los sentimientos nos son ajenos: el abrazo fraterno, la emoción compartida en la victoria o en la derrota, los gestos de camaradería, cuando aparecen, son aceptados y brevemente permitidos. Pero los sentimientos mas finos, como el amor y el deseo, son tratados con más dificultad, a veces con genuina ignorancia o torpeza.
Creo que el Camino ( DO) no es un sendero en una sola dirección, sino que tiene múltiples ramificaciones. También creo que no se lo transita siempre hacia adelante, avanzando, sino que se anda y se desanda, a veces se vuelve atrás, se sale de la ruta y se vuelve a ella. Y se hacen descansos y reflexiones al costado del camino.
A partir de cierto punto alcanzado en el poder, los grandes maestros se empiezan a interesar en el amor. Como esos hombres severos, que fueron padres estrictos, pero como abuelos son cariñosos y tiernos con sus nietos. En un punto, por la vejez o por el cansancio, comprenden la supremacía de esa dimensión humana. Una buena medida de paz y de amor es lo más importante. Y también está la salud.
Tal vez no sea necesario esperar al final de la vida para ablandarse un poco. Los guerreros que practicamos sistemas inteligentes de pensamiento y movimiento, tenemos la oportunidad de pensar y revisar estas cosas antes de llegar a la vejez. Despojarnos de la armadura y la espada un rato. A lo mejor llegamos antes a poder disfrutar (y también aprender a padecer!) de los avatares del amor. Primero hay que atravesar el prejuicio y la ilusión de que los sentimientos y el amor debilitan. Basta ver cualquier película de Rocky para entender que boxea mejor y tiene mas fuerza cuando su amada Adrian y su familia están de su lado. Si eso se logra, se luchará aún con mas potencia, porque el guerrero tiene algo valioso a lo que quiere volver, seres a quienes proteger y por los que quiere vivir.
Entonces estará libre, pero deberá aprender sobre un nuevo camino, con algunas leyes parecidas (si hay amor hay conflicto), pero otras muy diferentes a las del combate humano.
Hasta la próxima
Leandro Crivellari
info@sdswingchung.com.ar