En el proceso que va desde que somos "cachorros humanos" hasta convertirnos en hombres o mujeres adultos, nuestro cerebro produce una serie de operaciones fundamentales ( lenguaje, imágenes y experiencias) imprescindibles para sobrevivir. La paradoja de la vida humana,es que, para adaptarnos, para socializarnos, constituímos en el proceso una serie de instancias, entre las cuales hay una llamada "Yo" o Ego.
Pero el Ego o Yo, al igual que el oxígeno, nos permite vivir , y al mismo tiempo nos mata ( el envejecimiento es producto entre otras cosas, de la oxidación que produce en nuestro cuerpo el mismo oxígeno que nos da vida), El Ego o el Yo, esa ilusión constituída por imágenes, nombres, también nos mata.
¿Por que el Ego nos mata ?
El Ego produce la ilusión de una continuidad y estabilidad de nosotros mismos en el tiempo, y su resultado es el orgullo y el narcicismo. Nos enamoramos como el mito de Narciso, de nuestra propia imágen en el lago ( o el espejo), y nos zambullimos por amor a ella, hasta que nos ahogamos. Hoy no nos ahogamos literalmente, pero si nos angustiamos por envejecer, por no estar delgados, musculosos, lindos, o perder pelo ( mi Ego) , o ser famosos, ricos , deseados, intelignetes, etc etc
Crecemos presos de nuestra "importancia personal", como dice Don Juan, maestro de Castaneda: prisioneros de la preocupación por lo que los dema´s pensarán de nosotros.
El zen, las artes marciales, el psicoanálisis, son modos de disminuír el Ego en esta función negativa de la vida. Lo disminuyen, pero no lo matan.
Si no tuvieramos Ego ( no me refiero a erradicarlo completamente, sino a disminuirlo) , la vida sería una contínua sorpresa.
No tendríamos miedo de equivocarnos, de hacer el ridículo, de fracasar, porque no habría importancia personal que defender. No habría orgullo de posición, de clase, de religión, de color. Probablemente nos iría mejor que como nos va con Ego.
Practicaríamos nuestro arte mas y mejor porque no habría preocupación por la perfección, ni ilusión de haber llegado al máximo, ya que no habría Ego en el medio que requiriera una perfección o un logro que implique algún grado de reconocimiento.
Intentaríamos hacer las cosas que nos dan ganas ( acercarnos a alguien que nos gusta, iniciar una actividad nueva, aprender algo que queremos), sólo por el placer que nos causa hacerlo, sin preocuparnos el hecho de hacerlo mal, de fracasar en los primeros 100 intentos. Y cuando algo no nos gustara, o no tuvieramos ganas, lo manifestaríamos sin culpas, sin rodeos, sin resentimientos.
Andaríamos por la vida mas despreocupados, espontáneos.
Y toda la energía que antes se dedicaba a nuestra imágen personal, a lograr una posición , a nuestro concepto de nosotros mismos, o a la percepción de como nos ven los otros, lo que piensan los demás, estaría disponible: energía "LIBRE"!
Esa energía libre se podría aplicar a las cosas que realmente importan: vivir, amar, aprender, crear.
A esta altura de la lectura puede ser que pienses que éste artículo que escribí es un poco pelotudo. Puede que si, puede que no. Lo escribí espontáneamente, jugando a que no tenía Ego. Por eso realmente no importa lo que pienses de él.
No tiene orgullo, no tiene Ego.
Ese es su valor: invitar a un ejercicio que puede mejorar tu vida y la mía.
Si no tuviera Ego no tendría que firmar el artículo con mis iniciales.
Como fué "Eso " que escribió, mediante une "supensión del Yo", entonces termina acá, porque se transmitió lo esencial, y termina sin firma, aunque en el fondo sepa que lo he escrito yo. Sin buenos modales, sin buena forma, sin expectativas. Sin Ego.
Hasta la proxima!