En una de nuestras conversaciones, el Sifu Carrizo recientemente me hizo pensar sobre las dificultades que atraviesan las alumnas mujeres en el aprendizaje del Wing Chung.
Necesito decirlo, porque estamos en el 10º aniversario, y es importante poner de manifiesto que no soy yo a quien se me ocurren siempre las buenas ideas. Somos un Equipo, y pensamos en red.
Las practicantes mujeres enfrentan una serie de obstáculos “especiales” al practicar Wing Chung:
• posibilidad de enamorarse de un compañero, del Profesor o Sifu ( también que sus compañeros y ocasionalmente su Sifu se enamoren de ellas),
• las rivalidades masculinas para ganarse el amor de ellas,
• celos entre practicantes hombres/mujeres,
• Dificultad de asistir a clase si una relación amorosa con un compañero ha resultado mal (o bien!)
• competencias femeninas con otras compañeras por un hombre.
• desvalorizaciones de los hombres con las practicantes mujeres,
Estos son algunos de los obstáculos específicos que las mujeres deben afrontar al iniciar y persistir la práctica del Arte Marcial de Centro.
En general los hombres, cuando no son homosexuales (en SDS no excluimos ni evaluamos la orientación sexual), transforman con mayor facilidad el amor con el maestro y compañeros varones, en un “Amor de Conocimiento”.
Distinto debe ser el caso con las Maestras mujeres, pero son pocas, no he podido hablar con ellas al respecto de este asunto.
Poco antes de morir, el Gran Maestro Moy Yat dio una conferencia en la que inició con estas palabras: “Ultimately, Wing Chung is about love”( “ En última instancia, el Wing Chung trata sobre el amor”).
No es que el Gran Maestro se volviera místico o hippie al final de su vida.
Simplemente relataba el trayecto de la práctica que había observado en sus 35 años de Sifu. En el inicio, se quieren aprender las técnicas, dominar el arte del combate, adquirir una sabiduría, etc.
Pero a medida que pasa el tiempo, y transcurren las clases, el interés por el sistema se va desplazando hacia las relaciones con el Maestro y los compañeros. Es parte de lo que llamamos “Kung Fu Life”: vivir juntos una historia haciendo kung fu o vida de conocimiento.
Ya no es tan importante dominar una técnica, sino encontrarse con alguien para entrenar durante la semana. Algunas de las relaciones mas importantes de mi vida las forjé con mis compañeros de práctica de Wing Chung, en Brasil.
El amor es un sentimiento que surge en el proceso de crecer por el Wing Chung. No hay que alarmarse. Pero si es posible ¡ tampoco apresurarse!
Hay mucho por ganar y por perder.
Hablo del amor en sentido amplio, abarcando diferentes tipos de amor: el amor por el conocimiento, el amor fraternal o de amistad, el amor erótico, y el amor familiar.
El amor es, a la vez, instrumento y obstáculo: posibilita sostener la unión y la camaradería durante el trayecto difícil de aprender Arte Marcial de Centro, pero a veces, el sentimiento puede ser muy fuerte, incluso intolerable.
También, este amor tiene reveses, y en ocasiones toma su forma mas negativa, que es la bronca y el odio. Si se supera el temporal, la relación continúa enriquecida, fortalecida. Pero si no se atraviesa bien la tormenta, a veces se produce una ruptura, que no tiene que ver especificamente con “el saber sobre el centro” del Wing Chung, sino con los amores y desamores entre practicantes o con el maestro.
En el Psicoanálisis, este amor tiene un nombre operativo: se lo llama Transferencia.
Aclaro rápidamente que es un amor genuino, tan válido como cualquier amor.
La diferencia es que se lo utiliza para la cura, no se lo vive ni actúa directamente.
Freud y Lacan sostenían que el amor era el motor del deseo de curarse, y la pasión el combustible necesario para hacer el trayecto.
En el proceso psicoanalítico, cuando el amor aparece entre Terapeuta y paciente, se lo utiliza para la curación. Permite revivir y poner en juego los modos de amar del paciente, para que éste pueda aprender, ahí en el consultorio, y entonces llevar los cambios a su vida real. Pero el terapeuta no puede sacar ventaja personal de la aparición de éste sentimiento. También el terapeuta se peude enamorar: su enamoramiento se llama “contratransferencia” ( los sentimientos del terapeuta por el paciente). Para ser efectivo el terapeuta debe analizar con su Supervisor su contratransferencia, para no dañar o contaminar al paciente con su amor.
La estricta prohibición ética y profesional de que se lleve adelante ese amor en el mundo real (que el psicólogo o psiquiatra se pusiera de novio con la paciente) es el modo de sostener una base firme y efectiva para que lo que sucede en el espacio analítico no sea una repetición enfermiza o “un amor más del montón”, sino la posibilidad de analizar el amor, para que el/la paciente salga a su vida con mayor capacidad de amar y de vivir mejor. El amor con el terapeuta se aplica allá afuera! No en el consultorio.
En una ocasión que atendí a una paciente que me gustaba mucho, mi supervisor me ofreció la imagen de la Odisea, donde Ulises, mientras los remeros se tapan los oídos y sordamente reman, pide ser atado al palo mayor del barco para poder escuchar el canto de las sirenas sin enloquecer de amor y arrojarse al mar.
En el Arte Marcial de Centro Wing Chung, como en la danza, las cosas son diferentes a la terapia.
Porque tenemos un problema extra: el contacto corporal, “piel con piel”, y el despliegue en acciones y movimientos, de sentimientos tiernos y agresivos, ambos fundamentales para encender y nutrir las relaciones de amor/odio.
En esta perspectiva, yo como Sifu: he dejado mi lugar de maestro, con alumnas mujeres que conocía desde hace años ( me tomé mi tiempo) para vivir una relación de igualdad. He vivido mis experiencias amorosas, pero sin continuar como profesor o Guía.
Por ensayo y error ( pagando con dolor de ambas partes) descubrí la regla fundamental de mi trabajo: se puede ser maestro solo de alguien con quien no se tiene una relación amorosa erótica. Si el amor erótico aparece, y no puede ser transformado por ambos en un amor de conocimiento y aprendizaje dentro de la práctica de Wing Chung, entonces es posible que se inice otra relación de amor, pero se termina la relación de conocimiento. Ambas no pueden coexistir, porque son amores, pero con una estructura humana muy diferente.
En el amor erótico, la relación de los participantes es de igualdad, de compartir, no existe un saber o sistema sobre el amor que uno domine y el otro no, entonces comparten , uno junto a otro, la exploración de los diversos modos de acompañarse y darse placer.
En el amor de conocimiento, hay asimetría. Uno de los participantes sabe mas que otro, está el saber del Sistema como tercero simbólico, y se comparte la exploración de los diversos modos de crecer, desarrollarse, y descubrir las verdades personales. Incluso a veces, la posibilidad de hablar desde afuera sobre como se ama, para poder cambiarlo si es necesario. Por eso el guía no puede ser un protagonista de la historia de amor erótico, sino un tercero objetivo que habla desde afuera, con el compromiso por buscar la verdad.
Sin embargo, ser maestro no es un sacerdocio, sino una profesión liberal. Lejos han quedado los hábitos de celibato budistas del monasterio Shaolin.
El maestro vive en el mundo, y sabe que existe la posibilidad de enamorarse de alguien que entra por la puerta de su escuela.
Mas aún: Tiene derecho a enamorarse.
Pero está advertido de que el amor siempre surge con el Wing Chung.¿Entonces ?
Primero tiene que diferenciar pasión, calentura, de un amor permanente, para no echar a perder su lugar cada vez que ese sentimiento potente aparece en su práctica. Debe detectar con tranquilidad y mesura si se trata de un efecto pasajero, o si ha encontrado a una persona que puede acompañarlo de otro modo en la vida.
Debe también estar advertido que el Saber produce amor, y que a veces se lo ama por lo que parece que sabe, y no por quien es él mismo, por su persona. Si su capacidad para proveerse una vida amorosa afuera de su campo de acción no está desarrollada, puede caer en horribles confusiones. Por eso es preferible que sus amores eróticos los despliegue fuera de su ámbito, de ese modo no contamina las relaciones de su escuela, ni tampoco vive con la duda de la base genuina de su amor.
En lo personal, como hombre, no me arrepiento de haber vivido ese pasaje de un amor a otro. Encontré 2 amores que me enriquecieron la vida, que me hicieron muy feliz. Pero al acceder a vivir una historia de amor, en 2 ocasiones perdí discípulas con un gran potencial. Y una vez que se hace el pasaje, no hay vuelta atrás, el camino del conocimiento se ha interrumpido.
Que hacer entonces? En principio, hay que ver cada relación como única. Ni cerrarse en una prohibición rígida, ni bajarse del lugar ante la primera pasión erótica que aparece, rápidamente. Hay que evaluar bien, conversar, y tratar al amor como nos enseña Wing Chung: de frente, sin rodeos ni palabras ambiguas.
Tengo varios colegas y maestros que encontraron en sus discípulas, a sus compañeras de la vida. Nicolás Wachsmann de Kali, se casó con Deborah , su mejor alumna, y recientemente fue papá. Rolando Carrizo Ortiz, de Luta Livre, con Laura Rodríguez, también su mejor alumna, ahora profesora de la escuela Budokan.
Mi Maestro de Wing Chung, Léo Imamura, se casó con su discípula , y ahora su esposa desde hace 15 años, Vanise.
Son casos en que se hizo evidente que había una oportunidad y un riesgo que valía la pena correr
3 ideas finales:
A los alumnos: no apurarse a vivir afuera de clases las calenturas y el amor sin tener en cuenta que eso tiene consecuencias en quienes practican: alguno puede verse privado de la posibilidad de continuar
A los maestros, no apresurarse a vivir el amor sin haber indagado dentro de sí mismos que sea genuino hacerlo, o que valga la pena el riesgo.
A todos: “En última instancia, el Wing Chung trata sobre el amor”
Leandro Crivellari